Vencidos ya los días impares vuelta a la normalidad por la mañana, en uno de esas jornadas de vacaciones que uno se concede para engañar al tiempo. Paseo largo con la bici. Frío y sol en el camino de los ríos. Una manzanilla del puerto, pequeña conversación con el camarero gaditano. Comida y siesta. Cuando me despierto el sol ha tomado la derrota de irse y leo a Séneca entre dos luces. La tarde se vacia y yo insisto. Me levanto a buscar un texto de María Zambrano sobre el asunto:
» Seneca es el hombre en la edad madura, y todo hombre de veras en su edad madura, es también un padre «.
Envuelto en estos pañales (admirable placer de la resignación en los colores del propio territorio) doy en preguntarme para que sirven los libros, para que sirven los libros que vamos a publicar este año. ¿ No sería mejor estarse quieto y dejar que pasaran plácidos los días como este ?. Pero enseguida nos damos cuenta del engaño. Estamos necesitados de alguien que cuenta por nosotros. Ese, quizás, sera uno de los pilares de lo que entendemos como originario. Feliz año a todos.