Hay que ser amables. La amabilidad es una de las grandes armas del caballero en nuestros días por contiene mucho de gratuidad que es la esencia de la vida. El que ha tomado la decisión de ser amable escapa al control del poderoso por lo que tiene de imprevisto y en esa falta de previsión para con sus actos, el caballero puede jugar fuerte en su intento de parar el mundo y contemplar la vida. El que recibe el don de la amabilidad suele sentir que ha llegado a puerto y que es hora de descansar un rato en la contemplación del rostro del otro. La amabilidad provoca el encuentro, genera confianza, vulnera las leyes del mercado y nos conmueve. Nada mejor que la amabilidad para sentirnos vecinos en este viaje a ninguna parte.
El otro día en Avila fueron amables con nosotros. Mis amigas Laura Costa y Elena Sánchez que organizaron el acto, la Administración que nos cedió una sala preciosa en un antiguo palacio rehabilitado, su representante que compró un libro, los oyentes , los pequeños oyentes que acudieron con sus padres, el ordenanza que cuidó de nosotros y de los detalles. Unas pocas personas interesadas convocadas por el misterio de un libro. Unos y otros encantados de estar juntos. Hay que ser amables sin interrupción . Ya les digo.
El otro día en Avila fueron amables con nosotros. Mis amigas Laura Costa y Elena Sánchez que organizaron el acto, la Administración que nos cedió una sala preciosa en un antiguo palacio rehabilitado, su representante que compró un libro, los oyentes , los pequeños oyentes que acudieron con sus padres, el ordenanza que cuidó de nosotros y de los detalles. Unas pocas personas interesadas convocadas por el misterio de un libro. Unos y otros encantados de estar juntos. Hay que ser amables sin interrupción . Ya les digo.