Viaje a Sevilla

Mayúsculas 7 ha reunido a firmas de Valladolid y Sevilla en torno a la alegría y el dolor de la Semana Santa, como símbolo de su hermanamiento histórico. Al respecto, el periodista Luis Sáchez-Moliní nos recordaba, en su crónica en el Diario de Sevilla, que no se puede comprender la España de los altos siglos sin el eje entre ambas ciudades, reflejo del alma bipolar de la España imperial, en alusión a las palabras de Bartalomé Bennassar.

Por este motivo, tras la presentación de esta edición especial de Mayúsculas en la Casa Zorrilla, la revista viajó a Sevilla, el pasado 28 de mayo, con el fin de visibilizar esa hermandad en un marco incomparable como el Real Círculo de Labradores.

Al mismo tiempo, fue una buena ocasión para mostrar nuestro deseo de seguir presentes, con entusiasmo y buena compañía.

En esta época contra natura que nos ha tocado vivir, entre la alegría por el encuentro y el dolor por la ausencia, hay resquicio para una nostalgia no paralizante sino, por el contrario, motivadora para seguir en la dirección.

Es una nostalgia por la ausencia de los que se fueron y también por los otros que siguen aquí, a los que añoramos, deseamos tener cerca y con los que queremos compartir. Necesitamos recuperar el nos-otros. Y, sin duda alguna, también es una nostalgia del futuro, con aires pessonianos, de lo que anhelamos que pase a partir de ahora.

En estos momentos, cabe recordar lo que decía Luis Rosales: “Nadie vuelve del dolor siendo el mismo hombre”.

La realidad actual nos invita a mirar qué es eso tan importante que se esconde detrás del dolor, de forma que nos coloque en la mejor disposición para reconocernos, mirar a los otros y decirles cuánto les echábamos de menos.

Es hora de volver a ser amables, agradecidos, y mostrar disponibilidad para la reconciliación con nosotros mismos y con la tierra.

Parece que todo apunta a que el camino es el entusiasmo, virtud secreta que precisa de entrenamiento.

De lo contrario, asistiremos a una irremediable agonía.

Trasiego

En su apuesta por una Literatura viva, la editorial ha optado para la presentación del libro de la periodista Rosa Fuentes “Trasiego. Un año sin trabajo” por un escenario, no habitual para estos fines, como es el espacio deportivo de su hermoso pueblo asturiano Belmonte de Miranda, rodeado de montañas y atravesado por el río Pigüeña.

Belmonte de Miranda ​ es un concejo en la zona suroccidental de Asturias que se encuentra a 56 kilómetros de Oviedo y cuenta con una población en torno a 1.500 habitantes. Por el concejo pasa el Camín Real de la Mesa como una vía de acceso a Asturias desde Castilla, usada ya por romanos y musulmanes.

Con la elección de este lugar queremos que la literatura se convierta en un motivo para el encuentro, el mantenimiento y la creación de vínculos sociales, así como de conexión con la tierra y la naturaleza, con independencia del uso habitual de los espacios.

Desde esta perspectiva, el uso cultural de los espacios comunes creemos que es un ejemplo de la versatilidad, flexibilidad y creatividad que son necesarias para afrontar los retos a los que nos enfrentamos en estos tiempos de cambio e incertidumbre.

La editorial

Una mezcla de azar y rara insistencia, son, creo, las señas de identidad del nacimiento de esta editorial (2001) que cuenta ya, casi 20 años después, con más de 50 títulos publicados en tres colecciones abiertas, además de una revista dedicada al pensamiento, que también puede encontrarse en estas páginas. La presencia en este tan generoso sitio, no tiene otro objetivo que dejar constancia de su fragilidad y empeño.

La editorial se ha ido alejando de la actualidad y la política, con minúsculas, hasta llegar a serenarse en torno a autores de estas características, ligados, básicamente, a la literatura. De esta forma en su colección de prosa lírica, “La mirada piadosa”, pueden encontrarse títulos como “Donde ayer hubo rosas” del fallecido José Antonio Pizarro, “El inglés de la manga corta” del pescador inglés John Langridge, o “Elogio de las estaciones” del propio editor, Julio Martínez.

A modo de conversaciones en profundidad con personajes señalados por su integridad intachable, capaces de profundizar en las materias a las que han dedicado su vida, la segunda colección ha ido ahormándose puntualmente cada dos años, con títulos relativos a la vida política (Jesús Quijano), pintura (Félix Cuadrado Lomas), urbanismo (Manuel González), música (Angelines Porres), teatro (Javier Martínez) o fútbol (Tico Gómez).

La propia literatura es, lógicamente, el apartado más amplio que arrancó en su día con “Las botas del italiano” de Rafael Martínez Sagarra, y  que cuenta en su haber con títulos como “La emparedada del corral de comedias”, de José Luis Guerra, “Cosas del Sr. Francesco”, de Juan Arnuncio o “El Sonido de la memoria” de Rafael Gavilán, por citar cuatro  que gozaron y gozan del favor de los lectores.

Por último, la editorial mantiene abierta, de forma puntual, la colección “Valladolid” que pretende albergar el análisis de fenómenos ciudadanos que han transcendido al ámbito de la temporalidad y el localismo: “La transición en Valladolid”, y “VRAC Quesos Entrepinares”, ambas agotadas, a las que ha venido a sumarse recientemente “Bolaños, alcalde, amigo”, profundización de varios de sus incondicionales sobre la mítica figura del regidor municipal, que asumió como suya la cercanía del poder local, como forma de calar en la nueva ciudadanía democrática.

Al escribir estas líneas, me doy cuenta que sigue pesando sobre mí, después de tantos años, la frase de García Márquez:

“El coronel Aureliano Buendía, que promovió 32 levantamientos armados y los perdió todos”.