En medio de un descomunal catarro de otoño que va para las tres semanas sin médico me entrego durante la cama del fin de semana a la lectura de Cormac McCarthy en su trilogia de la frontera. Otro de los que no concede entrevistas ni cobra por las bodas y bautizos de los hijos. Dice : » todo valor es una forma de constancia. Lo primero que abandona el cobarde es a si mismo. Después de esto, todas las traiciones resultan fáciles».
Como aquel viejo coronel Aureliano Buendia que promovió 32 levantamientos armados y los perdió todos, así los que hacemos libros por una cuestión mas allá de la cuenta bancaria. El editor que yo conozco hace libros como una forma de resistencia. Cada libro una barricada, cada proyecto una estocada a la muerte que nos las va guardando. Resistir contra la prensa diaria, contra los grandes hermanos, contra la ciudad entera. Guardar en cada libro un secreto del corazón por si lo encuentra su destinatario después de tantos años. Hacer un libro no es mucho más que una forma de dejar claro que uno no ha declinado de si mismo. Que sigue ahí, justo en el punto anterior a a quel en que le ofendió la vida para siempre.
Tiene el editor que yo conozco una fe ciega en el libro que presenta en Octubre. El diario de pesca de un inglés loco, miembro de la resietencia internacional con por cubierta de Fernando Zobel y unos monos auténticos de Luciano Esteban. Es tan bonito que da en dudar que sea suyo, que lo haya imaginado así durante mucho tiempo. La valentía nos transforma. Esa extraña forma de constancia nos transfigura y deja pasar la vida que todos llevamops dentro.
Yo, ya les digo, hago libros como quién hace un gesto amable. Como quién desafia a la barbarie.
Los monos realmente son bonitos. Alguen dijo que estos anumales son mucho más inteligentes que los hombres, decidieron no hablar para no decir memeces y poder vivir libremente sin tener que trabajar.