Los periódicos de mi época tenían como sección fija la de ecos de sociedad con la misma categoria que sucesos o deportes que eran, sin duda, las de cinco estrellas. El fluir del nuevo tiempo ha hecho que unas y otras converjan en la primera, verdadero icono de nuestros tiempo.
La noche de la final del campeonato de Europa de baloncesto había mas conocidos y famosos que forofos y aficionados. En el partido de ayer del nuevo Valladolid las gradas podía señalarse por el estrellazgo de sus filas. En el entierro de Umbral, en el de Porta, en el del marqués, las caras conocidas sustuían a los rostros atribulados que siempre nos hacen pensar en la navajada fría que significa la muerte.
Los periódicos dedican mas páginas a las fotografías de los espectadores relevantes , a los ecos, que al hecho fundacional del encuentro. Mas al ruido que a las nueces. Mas a los grillos que a los tenores. Y resultan gafes. Cuanto mas quiere el medio que el enfrentamiento se convierta en un eco de sociedad, mas pierde la escuadra convocante; no termina de estar a lo que hay que estar y se confunde.
A mi me ha pasado con el último libro. Secuestrado por la prensa en favor de los intereses de los políticos esta terminando su corta vida ahogado por la polémica, un mal francés del que resulta muy difícil recuperarse.
Pero se acabó. Lo digo en este territorio medio público medio privado que nos hemos buscado algunos para soñar que nos escuchan. Desde el blogg, desde el diario de un editor anuncio con solemnidad que no dejaré que ningún libro de este sello se convierta en un eco de sociedad, manejado por los nuevos reyes de la prensa: los fotógrafos.