revindicativo

Hace años traduje a un viejo poeta francés inédito en España. Fue una experiencia maravillosa. En un momento decía:

Dichoso aquel que está en paz/ con tocar la corteza de un árbol/ el oye el eco de las consonantes/ desgranadas en el claustro del viento/ El guiño del paraiso se inscribe en el fondo de los cauces.

Hay lenguajes distintos para entrar en el universo de las cosas. Con el lenguaje poético merodeamos a veces el silencio y con este celebramos las prórrogas que le ganamos a la muerte. Como se le atribuye a Carlos V, tenemos un idioma especial para hablar con Dios y con las madres.

Odio a muerte el lenguaje revindicativo. Lenguaje que nos habla de tú, lenguaje defensivo, agrario, ofensivo y soez que necesita comenzar por ofender la tarea de los otros para mendigar después sus pretendidos derechos.

Hablan este lenguaje los mercachiles, los bebedores de coñac, los de los sindicatos, algunos autores y , en general, los que tienen por tarea principal apestar la tierra.

Uno de los secretos destinos de los vidas consite en encontar nuestro propio lenguaje. Aquel que nos permite entendernos con los animales y las cortezas de los árboles.

Insiste el poeta:

No tatuarse palabras/ fabricando máscaras/ adornos de orgullo / Dejar macerar las palabras al corazón de la noche/ No quitar la vista de su masa/ siempre preparada a incendiarse/ como un gran fuego de maleza.

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