Pliegos

«El pliego de cordel es una publicación de carácter anónimo cuyo origen puede rastrearse hasta el comienzo mismo de la imprenta. Este tipo de publicación recibe su nombre por el soporte material que lo contiene, un pliego de imprenta doblado dos veces y la forma de venderlo, una cuerda donde se cuelgan y exponen al público. Entre la oralidad y la escritura, se los denomina asi mismo como romances de ciego puesto que eran invidentes quines en muchos casos los componían y vendían en plazas y mercados», dice Pablo Torio en su iluminador estudio.
En los que ha fijado su atención eran pliegos de papel modesto sobrante de una imprenta amiga, con formato 21×15,2 , de colores desvaidos en rojo, ocre, verde, azul … cosido con una grapa. Allí ( años 50 ) los artistas de la pequeña ciudad, una colección tan varipinta como esperpéntica , iban dejando su huella, manteniendo el calor del encuentro, el fuego sagrado de la amistad por encima de todo.
La editorial ha publicado ahora un acercamiento a aquel milagro de primavera manteniendo la tipografía, las aportaciones gráficas de los piutores que intervenían y el medigo guitarrista en la portada que eran las señas de identidad luminosas y discretas en medio de la noche. A veces resulta privilegio hacer lo que uno hace en vez de andar robando por las esquinas del mundo o cambiando carnets de identidad por los caminos. A veces ser editor es un orgullo.
He dedicado las lecturas del fin de semana a los poetas del grupo, gente entrañable y buena que sabía de sus cualidades y de los malos tiempos que les había tocado hechos para bailar con la más fea. Entre ellos la leyenda urbana de Justo Alejo, un poeta descomunal, definitivo que se se ganaba la vida ejerciendo de brigada en el ejército hasta que no pudo más y se tiró desde el sexto piso de ministerio del aire. Un poeta limpio con una veta de manantial que terminó en no que se » ismo » de lo que sea apluaudían entonces. De su primera época, estudiante de magisterio y cabo en un cuartel cualquiera les dejo estos versos:

» Por qué ha de ser todo tan fugitivo/ y en el momento exacto se tapia la ventana/ para matar los potros de un deseo esperado de siglos y distancias…. ?/ Tu , ahora , estás en la ciudad; / en una fábrica,/ viendo la risa triste de las teclas/ que te van dando pan y que te matan, / yo estoy mirando los desiertos… / recordando la flor de la retama / que pudo darnos fuego de horizonte / mañanero y triunfal / y se apagó en nostalgia».

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