En el mismo sentido llevo años trabajando en un mapa personal de la amabilidad, de tal manera que ya no voy a ningún sitio que pueda elegir, que no sean amables. Me da igual que sea un poco mas lejos, o mas caro, o menos bueno, yo solo quiero que sean amables. Como Pulgarcito voy dejando garbanzos para acordarme de mis sitios: la gasolinera, la libreria, el bar o la pescaderia. La pescadería es mi último descubrimiento. Da gusto ver como la señora se esfuerza en ser amable y lo consigue. Todo el mundo tendría que tener su mapa con lo cual podriamos acercar a delimitar un gran continente donde estuvieran los otros. Esos que siempre parece como que pasaban por allí y terminan diciendo una groseria.
Trabajo en estos meses en un libro amable que pretende ser una revindicación de la política como camino para desembarcar en lo ético. Una entrevista larga con un personaje importante y entrañable.
Un gesto amable. De eso se trata.