otoño

Ha llegado la primera luz del otoño. Es inconfundible. Es una luz que se ve mejor reflejada, que con su fuerza especial hacer mas bonitas las cosas; las transfigura. Es una luz que mira mejor en las horas inmdediatamente posteriores al mediodía y que adquiere su verdadera importancia cuando te da en la espalda, de la misma manera que la luz de junio tiene como virtud que te acariacia la cara y que es luz incluso cuando se ha ido. La luz de otoño anuncia que se va desde que la miras y produce esa sensación tan íntima de aprovechar el momento, vivir la vida, gozarla y alabarla.
A fin de cuentas yo practicamente me crié de adulto en un monasterio muy bonito, y cuando a todos les parece que hace frío, o calor, o muy malo, yo siempre tengo la sensación de que hace lo que tiene que hacer y que, gracias a Dios, yo puedo contarlo.

Otro tanto me pasa con los libros : me gusta leerlos, escribirlos ( menos ), hacerlos, regalarlos o venderlos. Ahora ando entre ellos, como siempre, leyendo una maravillosa historia de amor y oscuridad, escribiendo uno en favor de la política, construyendo ese mismo en una larga entrevista que me devuelve a los dulces territorios de la amistad, regalando la obra de Shet como el último secreto compartido, viendo como vender o cobrar ( no se que resulta mas dificil ) porque las arcas de la editorial van teniendo tan pocas ilusiones con cifras.

Nunca he sido bueno en lo mío. En lo otro, puede, pero en lo mío, una nulidad. Un trazas.
No importa, pronto llegará el tiempo de los níscalos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *