andrés

Andrés es el hijo pequeño de mis primos Cecilia y Julio. Va acercándose a los tres años, el final del mayor espectáculo del mundo: el nacimiento del lenguaje. Me le encuentro tumbado en la cama grande, después del baño, espatarrado, gozoso, mientras su madre le da bien de crema por todo el cuerpo, un anuncio de lo que puede ser el paraiso. Sonríe al verme, quizás recordando alguna excursión al parque, o quién sabe porqué asociaciones atávicas en su interior profundo.
Luego la cena, los besos y la noche. ¿ Con qué sueñan los niños ?.
Por la mañana al verme se le ilumnina la cara y dice a modo de descubrimiento :
! papá !.
Nos quedamos todos estupefactos. En seguida su madre reaciona y asocia Julio-papá- otro Julio- papá .
Andrés aplica la lógica que ha ido descubriendo y no puede entender la cantidad de excepciones que tenemos los adultos. Seguramente por ahí tendrá que transitar hasta hacerse con el mundo.
Llegaran los chistes, los engaños, los estímulos y las respuestas. Tendrá que asumir que casi detrás de cada excepción se esconde una persona y que cuando decimos Julio o papá a lo mejor no estamos diciendo lo mismo.
A mí, si me pongo en su lugar se viene a la cabeza, lo difíciles que somos los mayores

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