Luis Rosales es uno de los poetas olvidado y secuestrado por la interesada relación histórica que ha tenido que soportar con la muerte de Federico García Lorca. Junto a Vivanco y Panero forman una trilogía que Félix Grande llegó a llamar la sinfonia de la misericordia. Son poetas que vienen de la verguenza de la guerra civil, de haberla visto, de haber quedado marcados por ella. Se refugiaron en la vida familiar, en las casas, en la memoria. Creo que fue Vivanco quién lo dijo:
Ser poeta. No llevar una existencia brillante y tener alma.
Abril es el libro de juventud de Luis Rosales. Su primer poemario. Contiene ya lo que va a ser dicho años después , cuando sea el momento. Rosales sostiene que abril es el tiempo en que las cosas enterradas en nuestro corazón aprenden a nacer para encender en torno suyo la alegría. Rosales se obliga en uno de los versos a mirar el paso encendido de la luz. El sigilo del campo. Hay que mirar profundamente, dice. Hay que mirar bien. El destino es llevar la mirada en los ojos.
Yo tengo una foto de Rosales viejo en mi despacho. En abril la miro mucho.
Abril es mi mes preferido. También el mes en que murió mi padre y Cervantes. Es el mes de la feria y del advenimiento de la segunda república que fue un momento muy madrileño y bonito que luego terminó en un error detras de otro como bien esconden los historiadores. Abril es el mes de los instantes y eso hay que cuidarlocon mimo como un matrimonio.
Esta mañana según venía para el trabajo, muy de mañana a media luz, todavía, el aire tenía por primera vez un rumor de ángeles. Una promesa. Dicen los del tiempo que hoy frío, agua y viento, pero yo esta mañana , ya les digo, he notado el milagro en mi cara y he venido corriendo para anotarlo en este pequeño y frágil cuaderno de hule con el que me trato con mis amigos.
Un abrazo.
Fina reflexión sobre la II República, que podría haber sido una cosa bien distinta.