Me cuentan que van a reeditar » Los cementerios civiles en España » uno de los libros mas importantes de la época que preparó la transición en España. Creo que José Jiménez Lozano, su autor, quiere hace algún retoque para no ofender a la gente de este tiempo, que se ofende por nada según mi criterio. No sería mal momento para homenajear también a Taurus y a Javier Aguirre que fue una cabeza ejemplar y se quedó en consorte, como todos. Lozano me enseñó por entonces una tumba del cementerio civil de Madrid, cercana a la de Pablo Iglesias en la que un señor había mandado poner en su lápida:
» nada hay después de la muerte «.
Fuera de cualquier interpretación literal yo siempre he pensado que lo que quería decir el ciudadano era que hay que estar a lo que hay que estar, que es a la vida única regalía natural del hombre, por la que paga un precio: la muerte. El que no entienda el argumento debe sentarse tomarse su tiempo y dejar de hacer el hostia. Yo para navidades voy a publicar el poema de Jimenez Lozano en papel de Segundo Santos, el artesano de Cuenca, con la idea de recordar, mediante un gesto amable, esta facultad del hombre, esta alegría, esta obligación: esta bella catástrofe, ya se ha dicho.
Todo a propósito de un gañán que malmetido por la prensa anda buscando la muerte para entrar en la leyenda. Esta ofensa a la vida no tiene perdón. Una día al salir de un concierto de rok barato se va torcer un tobillo y luego ya veremos. Ni Umbral, ni Puerta, ni Villallonga le van a volver a dirigir la palabra, que ande con ojo.