tarta

El nacimiento del lenguaje es un aventura apasionante. Mucho más que milinium, desde luego. Me refiero al nacimiento del lenguaje en cada niño con su nombre y apellidos, el nacimiento en su corazón y en el corazón de los otros. Su propia voz con la que va a nombrar el mundo hasta su muerte. Pocas cosas parecidas en este mundo tan lleno de pistolas y asesinos a sueldo de psiquiatras sin escrúpulos. Un amiga mía me trae unos pequeños apuntes sobre la aventura de su sobrino. Leo y cuando le digo que eso es un libro, sonrie y dice que ya lo sabía, pero que no. Que sabia. Lo importante tiene la vocación de lo discreto. Se encuentra siempre en las profundidades del ser. Las que no han conocido la publicidad, ni el miedo.
» Guillermo no dice una palabra: ya tiene quince meses y lo entiende todo. Solo se expresa con gestos y lo hace claramente para negarse: cuando no quiere algo dice que no con la cabeza y es un no rotundo, sin dobleces. Por eso, cando al preguntarle algo no niega con la cabeza y se queda mirándote, como pensando, entonces es que sí.
Un día , a la hora de la merienda le preguntamos que quería comer ofreciéndole varias opciones como jamón, yogures y otras cosas. A todas negó con la cabeza. Al preguntarle ¿ quieres quesitos ? no pudo resistir la tentación. Eran palabras mayores. Fue entonces cuando le dije ¿ quieres quesitos ?, pues dí algo, lo que sepas… y el niño sonriendo dijo: TARTA.
La confirmación de esta palabra mágica para designar cualquier cosas que llevarse a la boca o quizás aquello que le gusta comer fue dos o tres días más tarde al ver asomar por unas bolsas las barras del pan. Le tenía en brazos y se giró para señalar con su dedo acusador al tiempo que decía TARTA, convencido de que no se equivocaba, de que aquello sabía bien lo que era.
Pero lo que más gustó cuando Guillermo dijo TARTA varias veces seguidas fue su voz. Conocer como era su timbre. El tono y el saber que era la suya, supuso, como cualquier descubrimiento, una gran emoción. Al escuchar su voz infantil, y sobre todo al recordarla, me emocionaba, porqué sabía que era reconocible entre otras. Entre todas las demás. Era la voz de Guille «.
Eso es un libro y lo demás son hostias. Ustedes me entienden.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *