sardinas

Tras un estrepitoso fracaso en mi debut con el mundo de las hamburguesas he pasado el fin de semana leyendo a Plá como quién toma un antibiótico. Hay que hacerlo. No queda más remedio. Es como decir que no o cerrar algo. Lo haces ahora o tendrás que hacerlo luego. Mas tarde. Da lo mismo.
Leer a Plá es reconciliarse con la voluptuosidad del mundo. Sardinas de L, Escala, conejos a la brasa, salsa, ailoli, relexiones sobre los vientos de garbí, jaoroque, mistral, tramontana o terral que me explicó una noche en Barcelona un arquitecto muy cabal que tenía casa por la zona. Ensalada de tomate y pimiento, silencio de olivares, el latido de la curiosidad, la emoción ; inmensa ternura del azul del cielo sobre el cabo de San Sebastiá.
Hay que hacer esto de vez en cuando, vivir a flor de piel, huir de las profundidades como quién huye del maligno, entregarse a pasar el rato sin hacer mal a nadie, viviendo de la lectura y los paseos, atentos a los movimientos del tiempo , el cambio de las estaciones, la conversaciones y los vientos. Hay que intentar estarse quieto para poder mirar como la vida va haciendo su trabajo. Trajinar es cosas de pardillos.
Un señor que habla tan bien de los vientos tiene que estar en los cierto.
Estoy dándole vueltas a un libro que se llame galeria de almendros. Les voy contando.

2 comentarios

  1. Editor, ha omitido el "gregal", es un viento nord-este que se desplaza desde Malta, el término italiano del que proviene es "grecale". Josep Pla también lo menciona en "El cuaderno gris".Respecto al "jaloque", más conocido como siroco viaja desde el Sáhara, y es bastante más huracanado que el gregal.
    Gracias por abordar contenidos tan literarios, salados y didácticos.

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