peines

Hay un mensaje de alerta cuando comienzan a ser más difíciles de llevar los fines de semana que las semanas mismas. Cuando uno va quedándose sin hogares, sin las grandes referencias y tiene que refugiarse en las rutinas. Me refiero a las novelas, claro. Hace mucho que no leo una gran novela. De la que me ha ayudado en estos días, sin embargo , he logrado rescatar una perla:

«Hijo, tu madre lo ve todo desde el cielo. De cualquier forma si te encuentras con alguién que se peina en la calle, salgo corriendo y no pares hasta el infierno».

Uno conoce ya muchos señores y señoras que sacan el peine en plena calle, así que sabe el camino del infierno con la claridad desesperante de lo que se te impone. También conoce gente de la otra.
La mañana del sábado en » El Corte Inglés», mientras miraba libros, entró una madre con su hija. Era una chica muy bajita, rubia con unos ojos azules gastados pero firmes, toda fragilidad de la fuerte, y miraba los libros y luego a las personas con una determinación emocionante.

» Yo no entiendo mami», le decía la niña. » Mejor me voy a ver las mochilas». Y se fue.

Allí quedó la madre, llena de dedicación, mirándome abiertamente como pidiendo auxilio. Yo me estaba poniendo malo, por la verguenza que me daba ser editor y no saber decirle nada. Me daba un poco de verguenza de mi mismo, que gasto la vida en intentar hacer libros para personas como ella y nunca tengo uno a mano cuando mas lo necesitan.

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