Los fines de semana la gente fea toma la calle para decir que existen y que nosotros no teníamos que existir porque es muy suyo identificarse a la contra, como Dios manda. La gente fea toca mucho el claxón en los semáforos, pide calamares y una fanta en dos vasos para los niños, va a los bares mas feos que solo abren para ellos después de misa, odian los productos catalanes, piensan que siempre les están engañando y por eso ellos están legitimados para no dar las gracias. Hay que poner distancia con la gente fea porque tienen la muerte y te la pegan. Cuando menos lo piensas, te han llenado de muerte la chaqueta y ya se sabe que no hay muchas tintorerias buenas para eso.
Lo mejor contra la gente fea es huir, como el tiempo. Cogerse el coche e irse al campo, dar largos paseos entre el otoño, buscarse la vida en la primera hora de la mañana por los parques, encerrarse en casa o leer un libro. Los libros son los grandes exorcismos contra los feos. Uno encuentra un libro contra el mercado, lo abre, cierra los ojos y lee el mundo:
» No tuve tiempo para hacer planes porque otros horrores suspendieron mi futuro, pero ten por seguro que , de haberlos hecho, tu hubieras sido la columna vertebral de mi proyecto».
¿ Quién no ha querido algua vez decir esto mismo delante de un feo ?