Vuelve Conxo, el psiquiátrico de Conjo, como si de un mal sueño se tratase. Allí hace ya bastantes años se ventiló una de las batallas centrales por las libertades, para aquellos colectivos dejados de la mano de Dios: locos, enfermos, niños, presos, y militares sin graduación. Allí se trabajó para llevar la locura al territorio de la salud mental, pasar de los dormitorios corridos, de las duchas heladas y las gomas de butano al tratamiento primero, y luego al trato según feliz expresión de un profesional de la época. Vuelven los problemas a Conxo, cual torna la cigüeña al campanario, quizás porque aquellas batallas se cerraron en falso. Escondidos entre tanta generosidad profesional, tanta determinación y tanto esfuerzo, anidaba gente interesada que intuían que la política podía ser un buen negocio. En buena medida, acabado el negocio (rebajados hasta el límite los presupuestos), vuelve el desinterés y la tendencia a dejar a los locos fuera del reparto. Acabamos de publicar en la editorial un magnífico libro de memorias del que fuera director médico de Conxo en aquellos años «La psiquiatría que he vivido» del fallecido Dr. Jimeno. Una aportación imprescindible para reabrir un debate científico que tengo la impresión de que también se cerró en falso.