mística

A veces la música, la pintura o la poesia provocan en nosotros estados de nostalgia irrepetibles, sones que suenan en nosotros sin nosotros. Añoranzas de cacerías sin límites en otros mundos a los que pertenecimos alguna vez, y a los que queremos regresar desde las mas profundas intimidades.

He pasado el fin de semana en la apasionada lectura del » Estudio de la naturaleza y desarrollo de la espiritualidad» de Evelyn Underhill publicado en Trota recientemente ( 2006 ). Una experiencia de similar catadatura a la de cualquier novela de enganche, que me ha traido recuerdos de mis horas de lector empedernido, aquellas tardes de domingo con «carrusel deportivo» como único apoyo logístico. Les dejo una perla para que no me pongan en entredicho. Dice el autor: » la vida, oculto timonel del universo». Y sigue: » la explosión vital de las aves en el espléndido vuelo de su paso, la hinchazón de los capullos, la belleza sacrifical de las flores, o los grandes y solemnes ritmos del mar, trasmiten la preciosa información al santuario íntimo del ser».

Pues eso. Al volver del rugby he visto el primer almendro florecido. Pocas emociones semejantes.

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