ritmo

Gerald Brenan,» Don Jorgito el ingles», con 17 años viajo 2.500 kilómetros andando por dar una vuelta y treminó en Bosnia. Luego cuando le fue alcanzando la edad y murió su mujer se instaló en la sierra en un pequeño pueblecito andaluz desde donde escribió de nosotros de forma irrepetible. Segundo Santos, al artesano del papel, lo citó el otro día mientras tomabamos una cerveza. Contó que cuando decidió volver de Inglaterra para morir en el sur una periodista le preguntó que es lo primero que haría al llegar a tierra santa. Pipí, contestó el anciano en un alarde de delicadeza.

En la teoría de Segundo, a partir de cierta edad la mentira desaparece de nuestras vidas sin ningun esfuerzo moral y nos vemos en la obligación de convivir con una sinceridad dificilmente soportable para los que nos rodean. A mi lo que mas me gusta ahora- decía- es ir en bici. Montar en bicicleta y subir cuestas e ir hasta Extremadura en bici, parar en los bares del camino y no hacer amistad con nadie. Sentir la libertad desde el sitio mas raro que me hubiera imaginado. El estrello sillín de una bicicleta de montaña.

Se equivocaba, en mi opinión. La precisión , la finura del negocio que diría Cervantes, está en haber descubierto el ritmo desde donde mirar el mundo. La bici da esa posibilidad entre el autobus y el taxi, y nos lleva con nuestro propio esfuerzo por los rincones perdidos de las ciudades, por por las entrañables fronteras entre la ciudad y el campo. Las primeras horas de la mañana del domingo, cuando el mundo duerme las resacas del alcohol social, medio turístico, una bici y un hombre solo llenan el paisaje necesario para seguir viviendo.

En los escritores esto del ritmo también se nota mucho.

Comentarios

  1. -Se hace ritmo al leer-, ¿lo dijo alguien?. Perdón, quizás fuera otro quien dijo – se hace la ruta al pedalear- , o tal vez -se hace muy duro el crecer-.

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