Alguién me cuenta una historia tan delicada como importante. En la pequeña ciudad acaba de fallecer un prohombre, quizás el último de los que tuve posibilidad de tratar. Fue director de una de las instituciones más prestigiadas del mundo de la historia, padre de familia numerosa, buen paseante y amigo de lo monástico. Cuando enviudó hace ya algunos años, me consta que tanto desde la Trapa como desde Silos se le ofreció la posibilidad de terminar sus días en alguno de lugares que frecuentaba. Prefirió , sin embargo, el retiro en medio del mundo y apenas se le veía por las calles y plazas que tan bien conocía.
En sus ultimos tiempos fue atendido por una pareja sudameriacana que cuidó de él como solo saben hacerlo ellos. A la muerte, por su expreso deseo, la pareja, con sus nombres y apellidos, figuró en la esquela oficial que se publicó en los rancios rotativos locales.
Uno se queda atónito ante tanta elgancia y bondad de ida y vuelta. ! Que no sentiría el maestro por aquellas personas ! ! Que no le habrían hecho sentir aquellas personas al maestro !.
Hemos perdido la oportunidad única de incorporar a ellos en el nosotros. Hemos tenido la posibilidad de hacerlo y la hemos tirado como un anillo al agua.
Pienso en lo que nos espera. En el pecado de orgullo e indolencia vendrá la penitencia.