El editor anda de médicos porque el maligno ha hecho un amago de volver a anunciarse y por lo caminos del miedo va redecubriendo las señales de Pulgarcito, una luz aquí , un amigo allí, un recuerdo, un proyecto. Se da cuenta de que en general publica muchos ruidos y que todavía no ha logrado darle forma a ese libro que le persigue. Tienen la sensación de la fugacidad de las cosas y de la importancia de trabajar sobre lo efímero. El editor anda despistado asi que toma notas, habla con suspiros y se deja mecer por los días. Sabe que son vísperas de la batalla. Sorprendentemente, se siente en casa.
Cervantes pasó la vida buscando el reconocimiento. Cuando se declaró vencido llegó el éxito. Lo ignoró como debía. El buscaba una luz que brillaba del otro lado. Como editor, un desastre.