El editor ha leído a Plá con la pasión de las cosas pequeñas. Años y años. Incluso un libro de don Josep lo tengo prcaticamente de cabecera; » Las horas» un texto necesario que me imagino que estará descatalogado, como casi todo. Me viene a la cabeza porqué Plá tiene una cosita emocionante, discretísima, que se llama así, » Viaje en autobús», y que me resuena estos días por las primeras horas de la mañana.
Poco antes de que se haga definitivamente la luz, sobre las ocho menos veinte en la ciudad impar, tomo un autobus que me deja en la puerta del trabajo. Llego un par de minutos antes a la parada y veo entre unos matorrales la salida de una liebre joven, que da una vueltecita sorprendida y enseguida se esconde, unas cuantas cuidadoras del Hospital Psiquiatrico que se fuman el primer cigarrillo antes de entrar a lo suyo, unos chicos callados que van para el instituto y una mujer elegantísima, todo silencio y arte, como la procesiones andaluzas, que imagino yo trabaja en alguna caja de ahorros que es lo propio.
A mí, con todo, me tiene en un sinvivir la liebre pequeña. Un animal así, en medio de la ciudad, en los márgenes de los permitido, una vida frágil, que asombra cada día por su presencia, por lo que tiene de milagroso vivir una jornada más, en medio de tantos peligros. Los animales a veces nos traen noticias de nosotros mismos. Nos dicen lo que somos. Nos cuentan cosas del otro lado. Viendo la liebre el otro día, me emocioné de seguir vivo.
Ya les contaré más si la sigo viendo.