Las huellas de una vida
«Mi padre era un hombre extraordinariamente normal. Un hombre cercano, familiar y sencillo que disfrutaba de estar con su familia y con sus amigos, de una buena comida y de una charla distendida. Le apasionaba el fútbol y le gustaba ir a tomar un vino todos los días al mismo lugar y cruzarse con la gente a la que durante tantos años sirvió desde el Ayuntamiento de su ciudad.
Pero entonces, ¿qué hizo de él un hombre tan extraordinario? ¿tan carismático? ¿por qué dejó esa huella en tanta gente? ¿por qué fue tan multitudinaria su despedida? ¿por qué hay personas que dejan una estela tan larga?… Estas y otras preguntas no han dejado de sonar en mi cabeza en los últimos meses».
Marta Rodríguez Santamaría