El nacimiento que monto cada año, con tierra del pinar y musgo del jardín de mi amigo Antonio, se sustenta sobre una vieja figura que compró mi padre el año en que yo nací, según me contaba, en la Plaza Mayor de Madrid, donde gustaba de inagurar sus navidades. Aquel espíritu realmente mensajero tenía esas cosas tan elegantes de cifrar estaciones y fechas con su propios ritos. La figura en cuestión representa a un pastor en medio de la noche haciéndose unas gachas para aguantar el tirón, que dirían los castizos. El tío de las gachas es seguramente el último reducto material de su visión del mundo y , desde luego, la última figurita del belén de los Martínez que tuvo cierta fama entre la vecindad de cariño y polvorones.
Mi nacimiento se monta a partir del misterio y luego ya, en razón del tío de las gachas. Vienen después a colocarse los reyes , las casitas de Cuenca y Mojácar, el río de papel de plata, los patos, las lavanderas y el resto. Dejo unas estrellas de pegar por si cualquier visitante quiere poner la suya, enciendo las luces lo doy por inagurado hoy, la fiesta de la lotería.
Un tigre, sin embargo, se ha colado en el ceremonial desde hace años. No se bien como llegó ni que hacia el año siguiente en las cajas del nacimiento, ni de donde provino su insistencia, pero forma parte ya de mi pequeña historia y tiene puesto fijo en el entramado tan especial del montaje. Hay que buscarle hueco porqué no es fácil, y unas veces aquí y otras allí, el tigre encuentra su sitio, se instala y deja que caigan preguntas y estrañezas sobre su presencia.
¿ Pero que coños pinta un tigre aquí ?, dicen los novatos.
Se de antemano que los chinos dirán que ya lo han dicho ellos, pero todos llevamos un tigre dentro. En nuestras propias cajas de nacimiento hay siempre un tigre, algo que no sabemos a que viene, un asunto que hay que acomodar, un extraño, un peligro para elequilibrio general del universo. Todo consiste en encontrarle el hueco. Si lo pide con insistencia, con la repetición de los grandes, el tigre tiene que estar ahí puesto. A la vista de todos. Que nadie diga que andamos escondiendo las rarezas.