Junio es la certeza. Las primeras horas de la mañana en junio, guardan la promesa intacta de la vida y uno va y viene por el mundo, si se levanta, como por una territorio virgen , por una luz no usada, por los pasadizos secretos de la unidad, arropado de amapolas y de otros colores que le traen y le llevan, meciéndole, por el territorio de la infancia. En junio nunca parece demasiado tarde, a nadie le sorprendería que se le apareciera la virgen y le hablara por su nombre y todos con los que te cruzas parecen personas. Gentes de la misma tribu en busca de bisontes. Junio huele a victoria en medio de la devastación absoluta en la que se va convirtiendo la existencia.
Son días para venir andando al trabajo con los versos del poeta como que fueran el bocadillo amoroso que nos daban para burlar la mañana dulce del colegio:
Dichoso el que un buen día sale humilde / y se va por la calle, como tantos/días más de su vida y no lo espera/ y, de pronto, ¿ que es esto ?, mira a lo alto / y ve, pone el oído al mundo y oye,/