Comenzó a escribir por entretenimiento, influenciado por una infancia rodeada de libros y un ambiente familiar muy propicio, en el que fluían las opiniones y recomendaciones sobre la lectura. Creció entre la sintonía de Radio Clásica y los conciertos del Teatro Carrión, pero no se animó por ningún instrumento aunque disfruta con todos ellos; es hedonista, no técnico. Con la escritura llegó más lejos. Se lanzó sin pretensión alguna, guiado por una sensación divertida con la que ambientar el ocio, y tuvo que ser el entusiasmo del editor quien sacara sus letras del silencio para colocarlas en las estanterías ajenas. No tiene planes de seguir escribiendo porque considera que le falta concentración y tiempo, aunque es previsible que si alguna corchea se cruza en su camino acabe atrapada en las páginas de un nuevo libro. Es cuestión de ese tiempo que tanto echa de menos.