almendros

Era Rilke ( Cartas a un joven poeta ) quién decía que en épocas de crisis lo acertado está en poner distancia con los hombres y acercarse a la naturaleza ya las cosas. Ya antes Marco Aurelio ( Meditaciones ) lo había subrrayado : es necesario pensar en la verdadera naturaleza de las cosas. Lo único que yo puedo aportar es que tanto en época de crisis como de plenitud, pocos reflejos tan apasionantes como asomarse al ritmo secreto de los campos, a su devenir íntimo y secreto.

Febrero es uno de los meses mas ricos de la sinfonía de las estaciones y tiene un aire limpio, muy sereno, unos marrones de tierras conocidas, tres o cuatro días en mangas de camisa, una pre-primavera solo para amigos. Unas lunas llenas inigualables, anucio de olores violetas de cuaresma y unas alchachofas pequeñas, verdadero tesoro de las fruterias de los barrios, frente a la estupidez envasada de las grandes superficies.

Pero, sobre todo, Febrero es el mes de los almendros. De la floración de nuestros almendros de familia o de una promesa de floración que, año tras aña, se pone terca hasta la primera semana del ventoso marzo. La floración de los almendros es para muchos de nosotros un oasis en medio del invierno. Una sorpresa honda y gratificante. Un anuncio llegado de los reinos del sur donde habita nuestro corazón de moros. En sus colores delicados, en la levedad de sus días, en su olor a miel de recuerdos, está la promesa de que vamos a lograr pasar, un año ´mas,las ofensas del frío. De que caminamos ya hacia las tierras del azahar y del ensueño.

Pd.- Han mandado los presupuestos de impresión del libro de Quijano. Si acertamos podremos pagar y guardar algo para seguir cenando. Si contamos los gastos, tendremos que ir pensando en algo. Pero eso sería contrario al espíritu de febrero. Lo que está por llegar es nuestro destino. Bridemos con cava catalán y seamos francos: el editor tiene nostalgia del futuro

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