Normalmente tenemos una idea de la bondad bastante asentada. Nos resultan cercanos los ejemplos de heroicidades domésticas, de gentes que cuidan durante años de sus familiares o amigos enfermos durante las 24 horas del día, con un esfuerzo tan extrordinario como incomprensible, que nos llena de un sobrecogimiento interior, de una iluminación especial que nos habla de quienes podemos llegar a ser cuando resultamos habitados por un misterio tan peculiar como la bondad intrínseca. Algo que nos supera. Algo que vive en nosotros, sin nosotros.
No nos sucede lo mismo con el mal. Es fácil comprobarlo. Tradicionalmente hemos dicho que el mal era el Fondo Monetario Internacional, o cosas así para salir del paso. Como mucho sabemos que todo eso son manifestaciones del mal, fotografias de correo electrónico para funcionarios ñoños. Van a estrenar en etos días una película que habla de un asesino en serie de 12 años, primeros de siglo en Argentina. Una historia real. ¿ Pueden los niños ser malvados ? ¿ Puede el mal también habitar en ellos ? Igual que la bondad, ¿ se trata de un misterio poderoso? ¿ Quién se ocupa de él ? ¿ Quién estudia sus andanzas ?.
Estos son los temas que nos tienen secuestrados el de la pulsera y otros. Temas que en cuanto llegue el olor a generales van a desaparecer incluso del mapa de los listos.
Ni siquiera los libros se ocupan de estos fieros asuntos. Uno a veces de queda quieto, como los gatos, dando en pensar de que coño se ocupan ahora los libros.