Todos hemos tenido nuestra ración de preguntas sobre las lecturas. En verano se acrecienta, claro. Las horteradas en verano encuentran siempre más sitio. Llega una familiar de los cariñoso y en medio de una paella te pregunta cuanto lees, cuantos libros tiene tu biblioteca, cuantos libros te metes al mes, etc. Preguntas todas para las que uno carece de contestación, pues nadie se ha puesto a contar el barullo en que se ha convertido su biblioteca y, además, casi nunca se acuerda uno de lo que ha leído porqué pocas cosas dejan huella y ya estamos en edad de no tener que recodar autores y títulos para que no se diga. He releído » Las normas de la casa de la sidra» que tiene unas páginas realmente magníficas sobre el mundo de los internados. A mí los internados siempre me han interesado mucho. He leído unas mini memorias de un señor inglés que vivía en la India matando tigres que se comían a la gente ( Jim Corbett » Mi India ) deliciosas y muy de verano. He leído como cada año en julio » El gatopardo » y he llorado, como cada año, con el capítulo de la muerte de Don Fabricio, el principe de Salina, quizás el mejor capítulo que yo haya leído nunca. He tenido a la cabecera durante todo este tiempo poemas deEmily Dickinson. Les cito de memoria uno:
El agua es revelada por la sed;/ la tierra, por lo mares navegados;/ el rapto, por la angustia; la paz por las batallas relatadas;/ el amor, por el limo del recuerdo; / por la nieve, los pájaros.
En agosto no hay problema si me preguntan. En agosto yo solo leo el Quijote y cosas de la vida Cervantes. En esta ocasión de la mujer de Cercantes, Catalina. Astrana Marín y una biografía que he encontrado de un erudito actual. En septiembre iré a Esquivias para oler el aire de la vendimia. De siempre me ha sobrecogido el testamento de aquella mujer referido al manco viejo :
» Item mando al dicho Miguel de Cervantes, mi marido, la cama en la que yo muriese, con la ropa que tuviere, por el mucho amor y buena compañía que ambos hemos tenido «.
Señor editor, me permito recomendarle una novela breve y bellísima: "El lector" (Bernhard Schilink). Se hizo famosa por la gran película homónima, pero el libro va mucho más allá y plantea interrogantes interesantísimos sobre el mundo de la ética, del sexo, del amor y del derecho. Le gustará, si es que no la ha leído.