Voy a Palencia para ver la exposición permanente de Díaz Caneja, uno de esos quehaceres atemporales pospuestos permanentemente hasta que das cuenta de la importancia que tiene reservarse unos días de vacaciones en enero.
Caneja era un pintor fácil, previsible. Un pintor cabal que fue cubriendo sus etapas con talento, haciendo lo que tenía que hacer por si salía algo importante en el camino. Uno va viendo como mejora, como se torna cada vez más auténtico, despojado poco a poco de artificios. Uno se deja ir por los cuadros parándose y allí , como si tal cosa. Pasando por el tiempo de su arte. Pasando el tiempo.
Me acerco para ver un cartel explicativo de su mujer y cuando doy la vuelta me choco de bruces contra tres óleos maravillosos; unos paisajes de color, un toque de amarillo por el me imagino que debe merecer la pena haber vivido. Doy un pequeño grito ante tanta hermosura y me doy cuenta de que estoy solo frente al cuadro, solo en la sala y pienso: este hombre pintó los cuadros con más de ochenta años. El último muy cerca del día, siempre preciso, de su propia muerte.
¿ Que sentiría al saberse tan lleno de color en un cuerpo que se acababa. ¿ Que sentiría sabiendo que había llegado el momento esperado durante toda una vida, precisamente ahora que escasean las fuerzas ? Dios mío ¿ que pensaría aquel hombre tan guapo ante la ruina ? Tanto belleza creada cuando tenía que irse huyendo como un bandido.
Es en presencia de la belleza cuando nos damos cuenta de todo lo que ignoramos sobre nuestros ancianos.
Lo que rompe lo esperado, lo que desconcierta en lo que cuenta el editor, al menos a mí, no es tanto el reconocer la propia ignorancia sobre los ancianos (no acabaría nunca de relatar todo lo que desconozco) es el descubrir que todavía el pintor, a esa edad, es capaz de ilusionarse, de apasion arse…
Cuando ya se está de vuelta de todo, cuando ya no queda casi camino por recorrer y ya el tiempo se acaba, lo fácil es aborregarse, replegarse en uno mismo y en la lástima por lo que se ha perdido, por lo que ya no se es, por lo que ya no será posible… por eso la emoción que sintió el editor al ver esos cuadros pintados por un hombre de esa edad me conmueve… ojalá yo también pueda seguir manteniendo siquiera un mínimo de ilusión toda mi vida… ojalá nunca llegue a perder la capacidad de sorprenderme.
L.Q.
Mercedes Sosa en una de sus canciones decía:"gracis doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal que seguí cantando.." L.G. gracias por tu fuerza, es cierto que la vida a veces nos resulta difícil pero gracias a Dios nos trae trocitos de sol.Esta mañana los he podido ver: en la escarcha , en un almendro en flor, en el brillo de los ojos de un niño y en la sonrisa de una persona mayor. Si queremos verlos están ahí esperándonos.