Día largo cargado de buenas cosas. Ya de noche busco un taxi para llegarme a casa y me doy cuenta que hace una noche de mantequilla, sin duda la mejor del año. Esperando me llega incluso la textura del aire, el verde primoroso del cesped recién regado, el silencio , la luna pasando majestuosa por entre las nubes.
Sin querer casi, se lo digo al taxista y él me cuenta que cuando llega casa con el alba gusta de tomarse un café oyendo los primeros pájaros. Yo le digo que salgo casi a la misma hora y cruzo por los parques para ver los conejos dentro del corazón de la ciudad que se despierta. El recuerda los tiempos de su niñez en el pueblo y yo le hablo de mis veranos en Cuenca cuando me llevaban a segar a una era cercana. Así hacemos el camino con las ventanillas abiertas dejando entrar la noche en nuestros torpes corazones.
«Estamos necesitados de buenas noticias» me dice al despedirnos alargándome la mano en un gesto desde luego inusual en estas lides.
Todavía doy una vuelta al pequeño jardín de mi parcela.
Tiene razón el hombre. Estamos necesitados de buenas noticias. Deberíamos esforzarnos en reconocerlas y transmitirlas. Hemos podido vivir sin saber lo que era la prima de riesgo pero mucho me temo que no podamos seguir sin el aliento de una noche de primavera, un abrazo a fondo, un verso, un recuerdo. El rumor de la vida. El precio de la muerte.
Yo al menos.
Bueno, bueno, que nos vamos a emocionar pensando que va a publicar una entrada diaria. La poesía y las buenas noticias se pueden encontrar en lo pequeño del día a día, en un taxi por ejemplo.
Un gusto leer su diario. Es un descubrimiento!!!!!!!!