Creo que en alguna ocasión he hablado aquí de la novela de una joven autora italiana, Michela Murgía, donde se da cuenta de un personaje de la cultura rural sarda realmente impactante: la acabadora. En este caso una mujer cuya dedicación estriba en ayudar, en su penoso esfuerzo, a los moribundos de la comunidad. Nuevamente se la recomiendo. La antropologia es un mundo que es necesario frecuentar mas a menudo.
Una suerte de acabadoras tiene que ver con la escucha. Por unas razones profundas ,y desconocidas para el entorno, algunas personas son reclamadas por el destino para escuchar a otras. Algo doloroso y profundo que necesita de una escucha poderosa y comprometida. Normalmente en esa escucha el que dice libra la batalla de decirse con el esfuerzo valiente y decidido de quién escucha. No suelen cobrar peaje. La mayor de las veces , además, salen malparadas. La gente tiene mucha afición a disparar sobre el pianista. Son seres necesarios , ejemplares, que cumplen con una misión delicada y frágil. Algunos son psiquiatras. Otros, simplemente , sacerdotes de lo oculto.
Una joven autora me entrega una novela en la que una niña de diez años, asistiendo a la muerte de sus padres, prácticamente en el mismo tiempo real descubre , medio escondida entre los bastidores de los adultos, el gran secreto de su progenitor: la otra vida que le ha acompañado durante largos años. Guarda la noticia y finalmente la entrega cuando resulta necesaria. La novela cuenta con una esquisitez extrema , sin una sola floritura, el camino de la niña convertita en mujer de respeto primero y escuchadora, finalmente, yde por vida. Un aprendizaje impropio para la edad de los juegos.
Conviene rendir homenaje a estos seres que cumplen entre nosotros esa función que puede confundirse tan facilmente. Habría que saber dar las graacias. Uno se siente siempre torpe a la hora del agradecimiento.